Los muebles empezaron a temblar, o es que acaso era todo un sueño, o mejor dicho, una pesadilla? Le parecía sentir que la cama tenía vida propia. Se escuchaba el tintineo de la lámpara al balancearse de un lado a otro, el repiqueteo de los cuadros contra las paredes y como un ruído de fondo, como si un roedor gigante estuviese mordisqueando las paredes del edificio. Todavía aturdido por el sueño encendió la luz de la mesilla de noche. Ana roncaba sonoramente, sin inmutarse, qué mujer aquella, que tranquila era caray, no pudo dejar de esbozar una sonrisa a pesar de lo complicado de la situación. Sin duda se trataba de un terremoto, ya había experimentado varios a lo largo de su vida, aunque nunca de aquella magnitud.
- Ana! Eh, cariño despierta - le susurraba al oído, con cuidado, para que no se sobresaltase, pero ella parecía estar en un profundo sueño y no hacía el mínimo intento de volver a la realidad. Lo entendía perfectamete, seguramente se estaba mucho mejor en el mundo de los sueños que en aquel escenario de pesadilla. Pero algo tenían que hacer, o no?
Cuando se había mudado unos meses atrás a esa nueva casa una de las condiciones que había puesto a cambio de la generosa renta a pagar es que el inmueble estuviese apartado del mundanal ruido y que fuese a prueba de terremotos. Sabía que aquella zona se asentaba sobre una falla muy activa y aunque hacía décadas que los habituales terremotos no causaban víctimas con estas cosas nunca estaba uno seguro del todo. Y además, de pequeño había tenido diversas experiencias con terremotos y les tenía verdadero pánico.
- Ana, despierta, creo que tenemos un terremoto en toda regla - dijo agitándole el hombro
- Vamos, no seas tonto - murmuró ella desperezándose un tanto - tenemos una casa a prueba de bombas y además, esto es un temblor de nada, eres un aprensivo. Anda, duérmete y no te preocupes más, con la luz del día se te disipará el miedo, cagón.
- Joer, niña, mira que eres pasota. En fin, pues nada, vamos a intentar dormir, aunque yo creo que esto se mueve demasiado.
Con las primeras luces del día fue ella la que se despertó primero, se giró y vió que él dormía como un tronco, normal, teniendo en cuenta que se había pasado la mitad de la noche haciendo el payaso con la historia aquella del terremoto. Lo dejaría dormir y por una vez sería ella la que prepararía el desayuno y se lo llevaría a la cama, le encantaban ese tipo de sorpresas.
- Joer, que frío hace - se dijo para sí misma - ni que estuviésemos en invierno.
Se puso la bata y descendió por la escalera de caracol de la casa, hasta la cocina. Allí encendió la luz y puso la cafetera a calentar, mientras se disponía a preparar un zumo natural.
- Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh!!!!
El aullido de terror le despertó de golpe, desorientado todavía después de salir de manera tan abrupta de un sueño de esos que se dicen profundos. Miró a su lado y vió que Ana no estaba, claro, el grito tiene que ser de ella, de quién si no, y estará abajo, pensaba. Rápidamente se calzó las zapatillas y salió corriendo medio desnudo, sintiendo como el frío se le pegaba a la piel. Llegó al hall de entrada y echó una ojeada rápida al salón, vacío. Entonces escuchó unos sollozos que parecían provenir de la cocina. Efectivamente, su mujer se encontraba acurrucada en el suelo, como petrificada, en estado de shock. Se acercó a ella rápidamente y la abrazó con cariño.
- Que pasa, cielo? Estás bien? - Ella alargó un brazo y apuntó hacia la ventana, por todo comentario. Se quedó unos segundos reflexionando sobre ese gesto y entonces comprendió que señalaba a algo que debería haber más allá de la ventana. Se levantó con cuidado, como temiendo que el suelo se fuese a derrumbar bajo sus pies su hacía algún movimiento brusco.
La nieve o el hielo lo invadían todo..., más allá de la falla de kilómetros y kilómetros de profundidad que se abría a los pies de su casa, la única construcción representativa del mundo civilizado que su vista le permitía distinguir. Todo lo demás pertenecía a la naturaleza, en un estado tan salvaje que parecía que habían aterrizado en otro planeta. ël también se quedó sin aliento, y sin ideas. Pero lo primero que se le vino a la mente fue acercarse a su mujer, acariciarla y ayudarla a levantarse, como intentando transmitir en ese gesto que todo iba a ir bien, que superarían todas las dificultades.
- Tranquila, Ana, ya verás como todo esto tiene una explicación y nos sacarán de aquí enseguida. Al menos la casa ha aguantado, eh? - le dijo con un guiño, tratando de animarla. Ella se abrazo fuertamente a él, sin emitir palabra, todavía conmocionada. - Vamos a echar un vistazo ahí afuera, es necesario que sepamos lo antes posible en que situación nos encontramos. Voy a encender el móvil, a ver si podemos pedir ayuda - dijo mientras se dirigía a su escritorio.
Al ver que tardaba, ella preguntó:
- Qué pasa? No consigues hablar con nadie?
- No, simplemente es que no consigo señal, es raro... la batería está a tope y aquí siempre hemos tenido buena cobertura...
- Esto no me gusta nada, no es normal que de repente el mundo se hunda a nuestros pies y desaparezca todo rastro de vida humana! - se le notaba cada vez más histérica.
- Bien, tranquila, cariño. Abrígate y vamos afuera a echar un vistazo.
Al abrir la puerta de la casa, lo primero que notaron fue un viento helado que les azotó la cara y el cuerpo sin misericordia. Tuvieron que apretarse el uno contra el otro para vencer el impulso de volver a refugiarse en el interior de su hogar. Anduvieron unos pasos, no demasiados, hasta asomarse al borde del principio. Sus dimensiones eran colosales no se atisbaba el fondo del mismo y parecía quedar sumido en las tinieblas más allá de los veinte o treinta metros de profundidad. Superar la falla era imposible, desde su orilla a la opuesta no habría menos de 200 metros y para mayor desesperación su casa había quedado enclavada en la única porción de terreno que se atisbaba dentro de la depresión subterránea, como si fuese una isla en medio de la nada, flotando en el aire.
- Esto no me gusta...., no me gusta... - repetía ella una y otra vez, como un niño rezando sus oraciones, tratando de hallar algún consuelo en ellas.
- No te preocupes, todo irá bien. De momento lo mejor será entrar en la casa y esperar a que el sol empiece a calentar un poco y se vaya disipando esa niebla que hay ahí abajo y todo alrededor. Además, todavía no hemos puesto ni la tele ni la radio, seguro que están informando sobre lo sucedido.
Después de casi una hora tratando de sintonizar algo en la radio o en la tele, consiguieron conectar con la emisión de una radio de origen desconocido, que sonaba lejos pero al menos se adivinaban algunas palabras sueltas de vez en cuando.
Según las primeras manifestaci.............responde a una alteración en los polos de..............terribles consecuencias.....millones de......y........... ni alimentos. Si la situación no revierte en las próx...............supondrá la inversión de la tierra y el mar...............................tal y como lo conocemos hasta ahora.....................Suerte a todos.