Para hacer este análisis debemos distinguir entre factores
externos o exógenos y factores internos de nuestra economía. Los primeros no
los podemos controlar, nos vienen dados por el escenario internacional, económico
y legal, en el que vivimos y nos integramos. Y estos factores exógenos han sido
tremendamente favorables, sobre todo en 2015, al menos la mayoría de ellos:
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la caída del precio del crudo, fundamental para
una economía con una dependencia energética tan fuerte como la nuestra
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los bajos tipos de interés que favorecen la
inversión empresarial, desalientan el ahorro y promueven el consumo, es decir,
la demanda interna, principal fuerta de nuestro PIB desde el lado de la demanda
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la importancia del capital extranjero, por
ejemplo de países como China, en un momento en que nuestra economía ofrece
excelente oportunidades, “saldos”, para todo aquel que tenga dinero y busque
grandes rentabilidades a largo plazo sobre todo
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la caída del euro frente al dólar que ha
supuesto abaratar nuestros productos frente al exterior y mejorar la
competitividad de nuestras empresas
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la inestabilidad política internacional, las
guerras, etc, que hacen que un país sin conflictos y desarrollado como el
nuestro sea todavía más interesante frente a la comptencia, por ejemplo en
sectores claves como el turismo, pero también para las inversiones en general
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aunque Europa sigue renqueante, hay otros
mercados que han funcionado mejor como es el caso de EEUU o China, Sudamérica,
con sus baches, pero que han servido como punto de apoyo para la mejora económica
en Europa
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el coste de la deuda pública se encuentra en el
momento más bajo de los últimos años, con un diferencial por los suelos, algo
que no ocurría al comienzo de la pasada legislatura
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como punto negativo, se me ocurre que el más
importante ha sido el terrorismo y la inestabidad e incertidumbre que ello
conlleva
Esos factores externos dibujan un escenario casi idílico
para que una economía como la nuestra entre en la autopista del crecimietno y
de la tan ansiada creación de empleo. Por desgraciada, aunque se ha crecido, el
empleo no ha evolucionado como se esperaba, ni en en términos cuantitativos ni
en los cualititivos tampocos. Y creo que existen unos condicionantes ingternos
y estructurales de nuestra economía que suponen un lastre importante para
nuestro futuro, algo en lo que los políticos, por ejemplo, deberían hacer mñas
hincapié para resolver nuestros problemas. Entre ellos:
.- la productividad. Unos de los
principales caballos de batalla de nuestra economía desde que la democracia
existe. Siempre hemos estado por debajo en cuanto a crecimiento de produtividad
respecto a nuestros competidores, no digamos países como Estados Unidos, China,
Japón o Alemania... Es cierto, que en los últimos tiempos hemos obtenido
ganancias en la productividad pero no caigamos en la autocomplacencia. Esas ganancias
se deben a factores no relacionados en su mayoría con los procesos productivos
propiamente dichos, como rebajas salariales, disminución del número de
empleados o la tan cacareada reforma laboral. Pero se sigue sin atacar el núcleo
del problema y los políticos pasan totalmente de este tema.
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estructura económica sin grandes cambios. Hay
sectores que han evolucionado, unos para adelante y otros para atrás (por
ejemplo, las renovables), pero el núcleo duro de la economía de nuestro país
sigue siendo básicamente el mismo, construcción, turismo y sistema financiero,
la industria ocupa un lugar secundario, en líneas generales, claro. Propiciar ese
cambio de modelo es fundamental, se habla mucho pero poco se ha logrado. Y no sólo
afecta al crecimiento, la creación de empleo también está directamente
relacionado con este factor.
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la educación y la formación, siguen siendo terrenos
en los que todos los indicadores nos sitúan a la cola de los principales países
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el peso del Estado y su mala gestión eson un
lastre para el sector privado. El tamaó del déficti público asusta y sistemáticamente
imcumplimos los límites marcados por la UE, algunos entes territoriales, como
el gobierno de Cataluña lo hacen de manera sistemática con la aprobación del
gobierno, que en esto, como en tantas otras cosas, siempre ha mirado para otro
lado
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el mercado laboral sigue careciendo de la
flexibilidad necesaria, a pesar de las reformas llevadas a cabo, seguimos a
años luz de economías como la americana
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la desigualdad territorial persiste en buena
parte del territorio español
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los índices de pobreza se han disparado en
España en los últimos años
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también se ha agrandado la brecha social y económica
entre distintas capas de la sociedad
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tenemos una intervención bancaria que todavía
nos sigue costando dinero en forma de endeudamiento gigantesco y sin embargo el
sistema financiero no ha devuelto lo que se le prestó en su día, contra lo que
aseguró el prsidente del gobierno Rajoy
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tenemos un grave problema poblacional, con una
tasa crecimiento vegetativa en negativo, con lo que ello implica para el futuro
económico del país y para el furturo de nuestras pensiones
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tenemos un nivel de presión fiscal al nivel de
los más altos de la UE en términos relativos, debido a la política de subida de
impuestos de los últimos gobiernos en lugar de recortar gasto público, sin que,
para más inri, ello haya redundado en una reducción del déficit
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un nivel de corrupción disparado
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y por concluir, un mapa político muy inestable
que no parece fácil de resolver a corto plazo y que puede redundar en unas
nuevas elecciones, con el sobrecoste que ello implica para nuestra economía en
los mercados y la incertidumbre que genera de cara a inversores extranjeros
En resumen, mientras que el
escenario internacional es el más favorable de los últimos casi diez años, a
nivel interno tenemos graves problemas, la mayoría de índole estructural, que
hacen que sea difícil ser optimista de cara a la evolución de al economía
española el año que viene. O dicho de otra manera, los factores coyunturales
que afectan a nuestra economía son en su mayoría positivos, pero frente a esos
los factores estructurales son mucho menos positivos. No en vano, como decía al
principio, para 2016 se vaticina un ritmo de crecimiento más lento, otra fatal
noticia para nuestro mercado de trabajo. En conclusión, creo que no hemos
salidos reforzados de este ciclo de crisis, sino que arrastramos casi todos los
vicios de pasado, hemos perdido en buena medida la opotunidad para replantear
nuestra estructura económica, o dicho de otro modo, los sucesivos gobiernos se
han dedicado a poner parches, uno tras otro, dejando la patata caliente para el
siguiente que venga. Una recreación del cuento de la hormiga y la cigarra?