El sector de la moda es uno de los más sensibles, dada la
elevada competencia entre firmas y el gran número de alternativas para los
ciudadanos. Compañías catalanas como Mango, Desigual y Custo Barcelona no
quieren posicionarse sobre "cuestiones políticas", el miedo es libre
y aquí prima el estarse calladito para no llamar la atención y que no se note.
Tampoco quieren pronunciarse desde la multinacional suiza de
alimentación Nestlé, con sede española en Esplugues de Llobregat (Barcelona) y
diez fábricas en cinco comunidades autónomas.
Danone, nacida en Barcelona en 1919 tiene plantas de producción en Madrid,
Barcelona, Asturias y Valencia, así como cuatro plantas embotelladoras de agua
en Girona, Guadalajara y Granada, ni palabra.
La alemana Henkel, que cuenta con reconocidas marcas de
adhesivos, productos capilares y artículos de limpieza y tiene en Barcelona la
sede de Henkel Ibérica, también descarta hacer declaraciones.
Unilever, que vende desde helados a desodorantes, pasando
por sopas, jabones, mayonesas, pastas de dientes e infusiones. Está en el
mercado español desde 1948. Silencio absoluto.
La germana Mediamarkt -con sede española en Barcelona-
comunica que no se posiciona en cuestiones "políticas o geográficas",
aunque declara que "MediaMarkt necesita un entorno político estable que
permita seguir invirtiendo para generar crecimiento y empleo. Cualquier
inestabilidad afecta directamente al consumo, no sólo en Cataluña, sino también
en España".
El grupo Damm también opta por el mutis. Y así podríamos
seguir, estos son grandes nombres pero imagínense ustedes la de pymes que se
encuentran entre la espada y la pared ante esta situación, porque el mercado
español, no solo el catalán, es su principal mercado de ventas. Luego están
todas aquellas empresas que no hacen declaraciones pero que lo dicen todo con
sus actos, como las cientos de empresas que han cambiado su sede social desde
Cataluña a otras regiones de España en estos últimos días. Desde la cúpula
independentista se lanzaba públicamente el mensaje de que esas fugas
empresariales no tenían la menor relevancia, pero después de que Banco Sabadell y CaixaBank
anunciasen el traslado de su sede fuera de Cataluña para tranquilizar a sus
clientes y a los mercados, la CUP llamó a los catalanes a retirar sus ahorros
de dichas entidades como muestra de rechazo y a buscar otras "alternativas
financieras". Una vez más, hacen gala de la mentira y la hipocresía para
conseguir su objetivo independentista, sin importarles lo más mínimo el daño
que su inviable proyecto tiene y tendrá sobre el bolsillo y la economía de
todos los españoles, los catalanes los primeros. Lo triste es que el gobierno
central le sigue el juego, mira para otro lado y sigue dando plazos a ver si el
alumno díscolo vuelve algún día a la “normalidad”.
Boicot? Nadie quiere hablar de ello, pero está claro que es
una forma que tiene la ciudadanía para protestar y tomarse la justicia por su
mano cuando siente que los poderes públicos lo dejan indefenso ante un
flagrante incumplimiento de la ley por parte de unos y de dejación en la
defensa de la legislación vigente por parte de otros.