Que la economía enfrenta nubarrones en el horizonte a medio plazo es
algo que ya nadie discute. Otra cosa será la magnitud de esa
tormenta y como influirá sobre las economías del mundo. No estamos
hablando de la tormenta perfecta que en la última crisis financiera
y del ladrillo se llevó por delante a miles de empresas y puestos de
trabajo, pero las alarmas son lo suficientemente escandalosas como
para poner las barbas a remojar. Entre los factores que hacen ser más
pesimista de cara al crecimiento económico futuro están los
siguientes:
-La batalla
comercial de Estados Unidos con China, aunque realmente se podría
hablar de la guerra comercial de los americanos con medio mundo. Pero
el choque de trenes entre las dos superpotencias hace que este tema
cobre más relevancia, algo que podría acabar muy mal y poner trabas
importantes al comercio entre ambos países, con el consiguiente
coste directo en términos económicos y, no lo olvidemos tampoco, el
coste indirecto que tendrá sobre el resto de economías. Por
resumirlo, se puede decir que desde que Trump llegó al poder el
mundo es menos libre y menos global que antes, y es algo que no le
gusta ni a los mercados ni a las empresas.
- El Brexit. Ya ha
tenido un coste en términos de crecimiento económico para los
países de la zona euro pero en especial para la economía británica.
Un brexit sin acuerdo abocaría a las economías europeras a
impotantes ajustes, a un aumento de la regulación entre fronteras, a
un menos crecimiento en suma pero también a una Europa menos libre.
El caso de Iberia puede servir claramente de ejemplo, como compañía
británica que es aunque su base de operaciones esté en España
podría ver comprometido su actividad y por ejemplo perder el puente
aéreo que desde hace décadas une Madrid y Barcelona.
-El constipado chino. Estos están metidos en el fregado por varias vías. Pero
en este caso se trata de su propia crisis interna, no política que
ahí siguen sin dejar que nadie mueva un palo. Hablamos de crisis a
lo chino o asiático, claro. Es decir, con unas tasas de crecimiento
que hacía lustros que no se veían tan bajas, entorno al 6%. El
modelo económico chino parece evolucionar hacia el fortalecimiento
de una demanda interna y el crecimiento de la inversión extranjera
directa en el país, en detrimento de un sector exterior que fue el
motor de su economía en años recientes. La problemática del
comercio internacional y la corriente de proteccionismo que recorre
el planeta no hace más que agudizar el momento de enfriamiento que
vive la economía china, cuyas repercusiones no se quedan solo en lo
económico sino que afectan también en lo social. El gobierno chino
no se ha hecho esperar y prepara medidas de contraataque palíen los
efectos de la ralentización, como el acceso al crédito fácil y una
importante política de inversiones, como decía antes el mercado
interior y la demanda interna cobran más peso.
-La inestabilidad
política general. Vivimos tiempos donde los valores políticos son
cambiantes y los populismos están a la orden del día, es una
tendencia generalizada, que ha sobrepasado fronteras, la tenemos en
Europa, USA y Latinoamérica. El problema es cuando eso conlleva el
ascenso de fuerzas políticas que en su ideario proponen un cambio de
escenario para la galería o sin pararse a evaluar el coste económico
o el impacto que determinadas medidas pueden tener sobre el ámbito
económico y social. El caso de Trump y sus políticas claramente
proteccionistas son un ejemplo de ello. Todo eso conlleva un punto
más de incertidumbre que ni es bueno para las flujos de capital ni
los mercancías, es el abc de cualquier manual de economía. Y el
recorrido de este tema está lejos de terminarse, por lo menos a día
de hoy sigue en la cresta de la ola.