Que los partidos políticos se mueven según los que marquen las
encuestas, según lo que les pueda dar más votos y ganarse el favor
de los electores es algo que creo que ya nadie discute a día de hoy.
Pero con todo y con eso, resulta ridículo y patético ver los
numeritos que se montan, las tonterías que dicen, como se
contradicen (las hemerotecas son el peor enemigo del político), como
tratan de vendernos la moto…, como si fuéramos tontos.
La última cafrada
electoral la dio la señora Arrimadas de Ciudadanos, recién
presentada para las elecciones a nivel nacional y una de las figuras
políticas más apreciadas, o menos depreciadas, del panorama
político español (los del Psoe lo saben bien pues en cuanto tienen
la más mínima posibilidad de echarle los perros salen a la
palestra). Pero ella, el partido, o quien la haya asesorada, quiero
suponer que estas decisiones no se toman de manera unilateral dentro
de un partido de calado internacional, cometieron la supina sandez de
creerse más españoles, más constitucionalistas, más democráticos
y más cercanos al pueblo por ir a donde a la casa donde se esconde
Pugdemont, o como demonios se escriba, a decirle que era un cobarde y
que no existe nada parecido a una república catalana.
La señora Arrimadas
y Ciudadanos bien se podrían haber ahorrado el gesto, y el dinero, e
invertirlo en algo más productivo. Primero porque hoy en día los
medios y las redes sociales cumplen sobradamente con ese papel de
comunicar sin tener que ir a hacer el paripé a miles de kilómetros.
Y segundo porque suena impostado, es un gesto que está de más. Por
esa regla de tres tendríamos que visitar a todos los cafres que
gobiernan o hacen desmanes por el mundo para echárselo en cara,
empezando por el impresentable de Maduro.
Pero las campañas
electorales son así, y aún estamos en precampaña… El Psoe se ha
quedado sin desenterrar a Franco, el PP ya nos ha rebajado los
impuestos en su planeta paralelo (prometer siempre les ha salido muy
fácil a los políticos), Podemos sigue pensando que en el mundo sólo
viven mujeres y que además todas están cabreadas contra el mundo y
contra los hombres, y Vox mientras tanto sigue aprovechándose de las
sandeces de los demás, vamos que le están poniendo en bandeja el
guiso.